¿QUE PUEDE PASAR? Cap.33

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La semana pasa volando, tanto que sin darme cuenta ya es viernes. Esta noche hemos quedado los seis para salir a cenar y a bailar. Ahora que lo pienso, es la primera vez que las tres parejas salimos juntos. Seguro que nos lo pasamos en grande.

El martes, cuando llamé a Estela para comentarle los planes enseguida acepto. Dijo que había algo que quería contarnos y que ya que el viernes estaríamos todos juntos aprovecharía para hacerlo. Desde entonces, no he dejado de preguntarme que será lo que va a decirnos, está noche por fin se despejará la incógnita.

Mi portento y yo, cada día estamos mejor. Desde hace mas o menos dos semanas, duerme todas las noches conmigo, quizá un día de estos le proponga seriamente instalarse en el ático… Apenas quedan quince días para mis vacaciones. Tengo claro que quiero ir a pasar algunos días a Asturias para ver a mi familia, aunque pensar en separarme de Víctor, me encoge el alma. Lo que ya no tengo tan claro, es lo de irme a Nueva York, él no puede tomarse unas vacaciones, lo que es normal, ya que estamos en temporada alta y a su negocio le viene muy bien. Probablemente me quede aquí para pasar más tiempo con él. No quiero ir a Nueva York, si estando en Valencia, lo eché tanto de menos, no quiero ni pensar lo que sentiré estando tan lejos.

Llego a casa sobre las cinco, mi portento todavía tardará un par de horas en llegar, así que aprovecho para salir a correr un rato, hace días que no lo hago y me apetece. El único deporte que practico últimamente es el sexo, y joder lo bien que sienta, estaría en posición horizontal con Víctor cada día y a cada hora… ¿Alguna vez me saciaré de él? No lo creo, es muy, muy adictivo.

Salgo de casa y me encuentro la puerta del ático de enfrente abierta, el señor Rodríguez me comentó el otro día que ya estaban a punto de terminar las obras, y que posiblemente a finales de mes, el nuevo propietario ya esté instalado. La curiosidad me pica, y como no oigo ruido dentro, asomo la cabeza para echar un vistazo al interior. ¡Vaya… ha quedado precioso! Han unido la cocina y el salón, el espacio se ve enorme y muy luminoso, es una pasada, me gusta muchísimo más que el mío, y eso que no he visto el resto del piso. Seguro que es igual de alucinante. Oigo pasos en las escaleras y salgo de allí pitando, me moriría de la vergüenza si me pillaran allí dentro.

Voy a un parque cercano y doy unas cuantas vueltas alrededor de él. Está abarrotado de niños jugando, mi reloj biológico vuelve a hacer tic tac, tic tac, en mi interior… ¿Alguna vez tendré un hijo con Víctor? ¿Le gustarán a él los niños? Nunca hemos hablado del tema, así que no tengo ni pajolera idea de lo que piensa al respecto. Tomo nota mentalmente para dejarlo caer en alguna de nuestras conversaciones y así saber lo que opina.

Cuando llego a casa, mi portento ya está allí. Hace un par de días que le di una llave para que pudiera entrar y salir de mi casa a su antojo…

– ¡Hola! No sabía que estabas aquí, pensé que llegarías más tarde. He salido a correr.

– Ya veo, estaba a punto de llamarte, pero vi tu móvil en la cocina y supuse que no andarías muy lejos. -Me abraza y me da un beso.

– Víctor, estoy muy sudada…

– Me da igual, me muero por abrazarte… -Pasa un brazo alrededor de mi cintura y me pega a él. El beso que me da a continuación, enciende mis entrañas-. ¿Te apetece una ducha conjunta?

– ¡Mmm! Si que me apetece…

– Pues sígueme nena…

De camino al baño va quitándose la ropa, dejándola esparcida por el suelo. ¡Dios, tiene un culo que quita el sentío, y esa espalda…! ¡Joder, se me está haciendo la boca agua! Esto no puede ser normal, ¿Oh si?

Dentro de la ducha, dejo que mi portento me lave el pelo y me lo aclare. También dejo que juegue con mi cuerpo y me haga cosas deliciosas, luego será mi turno de corresponderle. No va a quedar ni un centímetro de su piel que no saboree con mi lengua. Cuando por fin me penetra, gruño y le clavo los dientes en el hombro… ¡Oh señor, sentir esto en una gozada! ( Nunca mejor dicho ). Víctor se clava en mi salvaje, con necesidad, me abro más para recibirlo por completo, para sentirle bien adentro. ¡Si, oh si… estoy a punto de correrme!

Dos horas después, entramos en «El Corsario Negro», nuestro punto de encuentro con los demás. Por lo visto, somos los primeros en llegar, no veo a las chicas con sus respectivos por ningún lado. Le pido a Rober una copa de moscato y mi portento una cerveza, a los diez minutos aparecen Carla y Jorge, y poco después Estela y Jared.

De allí nos vamos al restaurante «Puerto Rico Vida Rica», donde Anselmo nos recibe amablemente y nos acompaña a la mesa que Víctor reservó para nosotros. Mis amigas se quedan alucinadas con el sitio.

– ¿Cómo es posible que exista esta maravilla y no lo supiéramos? -Carla nos mira.

– El día que Víctor me trajo aquí, pensé exactamente lo mismo.

– Lo abrieron hace poco más de un mes -explica mi chico-, Alejandra y yo, estuvimos aquí poco después de la inauguración.

– ¿Conocías a Anselmo de antes? -Le pregunto.

– Nos presentó Ricardo. Anselmo buscaba un local para abrir un restaurante y yo tenía uno, así que llegamos a un acuerdo. Lo demás vino rodado, entre todos, pusimos esto a funcionar en dos meses. Así es como nació nuestra amistad.

– Anselmo parece buen tío -dice Estela.

– ¡Lo es! -El susodicho se acerca a la mesa dejando sobre ella unos cuantos platos típicos de su tierra.

Comemos las delicias que Anselmo nos trae sin rechistar, está todo para chuparse los dedos. Mientras esperamos por el típico chupito de ron, Estela nos desvela su misterio…

– Ejem… Hay algo que quiero contaros -está un pelín nerviosa. ¿Qué bomba soltará? Tiene toda nuestra atención-. La primera semana de agosto, me voy a los Estados Unidos con Jared.

– ¿Te vas de vacaciones? ¿Hasta cuando? -Pregunto.

– No he debido de explicarme bien. A Jared lo han contratado en California para hacer una investigación. Me voy con él.

– ¿Hasta cuando? -Pregunta Carla.

– Indefinidamente… Ya he pedido una excedencia en mi trabajo.

– ¿Qué? -Gritamos Carla y yo a la vez.

– ¿Cómo que indefinidamente? -Me he quedado bocas.

– Si, quiero a Jared -acaricia la mejilla de su chico mientras este la mira embobado-, y me voy con él.

– Pero… pero…- No sé que decir.

– Pero nada chicas, la decisión está tomada y no hay marcha atrás. Espero que lo entendáis y que me deis vuestro apoyo.

– Sabes que siempre puedes contar con nosotras -Carla está emocionada-, y te apoyaremos siempre.

– Gracias chicas, eso era justamente lo que quería oír.

Después de lo que acaba de soltar Estela, me quedo de bajón. Mi portento lo nota e intenta animarme, pero sin éxito alguno. Solo necesito tiempo para asimilar la noticia…

Para cuando llegamos a Bacana, ya estoy mucho mejor. Veo tan feliz a mi amiga que no puedo hacer otra cosa que no sea alegrarme por ella, así que una vez asumida su marcha, cambio el chip y decido disfrutar de la noche junto a ellos…

Como siempre, estamos en la zona vip, estando con el dueño de la sala, no podía ser de otra manera. Mis amigas y yo, bajamos a la pista de baile a darlo todo. La música es buenísima, nos encanta bailar bachata, salsa, merengue, en fin, todo ese tipo de música que implica mover las caderas y el culo a buen ritmo. Miro hacia arriba y veo a mi portento que no me quita el ojo de encima, está sonriendo, y desde allí abajo, distingo perfectamente el guiño de ojo que me dedica.

Después de un largo rato moviendo el body, subimos con nuestros chicos a tomarnos una copa. Víctor está hablando con la rubia despampanante de la piscina y Carla me da un codazo. Al ver a la chica tan pegada a mi portento, no puedo evitar sentir celos. Él es mío y no quiero que ninguna lagarta merodeé a su alrededor. Me acerco a él con una de mis mejores sonrisas y le acaricio la espalda.

– ¿Conoces a mi novia? -Le pregunta a la rubia.

– ¿Tu novia? No sabía que tenías novia… -Se acaba de quedar a cuadros.

– Pues si, la tengo. Alejandra te presento a Cristal -¿Cristal? ¿Qué nombre es ese? ¿No había una telenovela que se titulaba así? extiendo mi mano para saludarla.

– Hola -le digo-, encantada de conocerte -ella me mira de arriba a abajo sin cortarse un pelo, evaluándome. ¿De que va esta niñata? -¿Tu madre es muy fan de las telenovelas? Ya sabes, lo digo por tu nombre…

– Si -contesta malhumorada-, oye Víctor, ¿No es demasiado mayor para ti? -¡La madre que la parió! ¡La muy puñetera me ha lanzado una buena! Me lo tengo merecido, por lista.

– Para nada -contesta mi portento-, Alejandra es la mujer perfecta para mi. Ella es mi media langosta. -Ambos nos miramos y me besa. ¡Chúpate esa barbie girl! La chica se da media vuelta y se va bastante molesta porque Víctor pasa de ella.

– He tenido celos de esa chica desde el día que la vi en al piscina… -Confieso.

– Aquel día en la piscina, estaba poniéndote a prueba…

– ¿A prueba?

– Si, te vi llegar y estuve observándote durante un rato. Como tu me ignorabas cada vez que me veías pues me pregunte… ¿Qué pasará si me ve tonteando con otras? El resto de la historia ya la sabes…

– ¿Desde donde estabas mirándome?

– Un espía nunca descubre sus escondites… -Me da una cachetada en el culo y vuelve con el grupo dejándome allí, pensando lo bien que se nos daba jugar al gato y al ratón, y caigo en la cuenta que durante todo ese tiempo yo he sido el ratón cuando creía ser el gato…

¿QUE PUEDE PASAR? cap.32

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– ¡Mmm! -Da gusto despertarse y sentir los tiernos y dulces besos que mi portento está dejando en mi cuerpo. Sus manos acarician mis pechos, mis pezones ya están duros como piedras reclamando atención- Víctor…

– ¡Mmm! Esta mañana estás deliciosa nena… Lo siento, pero no he podido resistir comerte a besos mientras dormías…

– No importa, lo que estás haciendo me gusta mucho, sigue por favor… -Su ronca carcajada arde en mis oídos.

– ¿Has dormido bien?

– Me ha costado dormirme, pero estoy bien.

– ¿Tienes hambre?

– Si, pero no de comida, así que déjate de charla y dame de comer. ¡Estoy hambrienta de ti…!

– Tu caballero de blanca armadura, está aquí para servirte, tus deseos son órdenes para mi princesa…

Lentamente baja su boca hacia la mía, resigue con su lengua el perfil de mis labios. ¡Mmm, ya estoy ardiendo y solo es el principio! ¡Oh Dios, jadeo! Cuanto le he echado de menos… Deslizo mi mano por entre nuestros cuerpos hasta coger su polla, la acaricio con suavidad, estoy deseando sentirla dentro de mi. Me urge sentir a Víctor poseyéndome, es como si con ese acto, pudiéramos borrar todo lo ocurrido la noche anterior. La lengua de él en mis pezones es como fuego que me enciende y me arde en la piel. Lo sigo acariciando con la mano un poco más, hasta que noto la humedad en la punta de su polla. La guío hacia mi entrada también húmeda y caliente, y poco a poco la introduzco en mi. Mi portento se mueve lentamente, torturando mis sentidos. Lo necesito tanto… Poso las manos en sus nalgas y aprieto, introduciéndolo más en mi, haciendo que me llene por completo y me sienta plena. Cierro los ojos para vivir más intensamente esa sensación de plenitud que me embarga cuando él está dentro de mi.

– Abre los ojos y mírame nena -Víctor está apoyado sobre los codos, observándome-, Yo también… -dice mirándome a los ojos.

– ¿Tu también que? -no entiendo lo que quiere decirme.

– Yo también te quiero Alejandra. -La sorpresa reflejada en mi rostro le hace sonreír-. Te quiero desde el día que te conocí. Aquel día en el baño de Bacana supe que eras diferente, que no podía dejarte escapar…

No soy capaz de despegar mis labios, de lo único que soy capaz, es de atraerlo hacia mi y besarlo con pasión, entregándole en ese beso mi corazón. Durante más de una hora hacemos el amor, sin prisas, explorando cada rincón de nuestros cuerpos, adorándonos, queriéndonos…

A medido día, abandonamos la habitación y salimos del hotel para dirigirnos al aeropuerto. El viaje de vuelta a casa es rápido, y en menos que canta un gallo estamos en el ático tomándonos una cerveza.

– ¿Te apetece que vayamos a la playa? -Me pregunta Víctor.

– Si, porque no… Pero hay un pequeño problema, tu no tienes bañador…

– No es ningún problema si vamos a una playa nudista- dice picaramente.

– ¡Oh no, no, no, ni de coña! ¡Espero que estés de broma!

– ¡Lo estoy! -suelta una carcajada-. En realidad si que tengo bañador, había metido uno en la bolsa por si en Valencia bajábamos a la piscina o íbamos a un Spa…

– ¡Genial! Entonces meto un par de cosas en una bolsa y podemos irnos…

Cogemos mi coche en el aparcamiento, y nos vamos a «Dunas de Artola, Cabopino». es una playa preciosa declarada monumento natural. Una parte de la playa es nudista y mi portento se queda asombrado porque haya decidido llevarle allí. El motivo es muy simple, es una de las mejores playas de Marbella, por eso estamos en ella.

Pasamos una tarde fantástica tomando en el sol, riéndonos como chiquillos cuando jugamos a saltar las olas, acariciándonos… Sin duda alguna, es la mejor tarde de playa de mi vida. De vuelta a casa, paramos a tomar una cañas en «El Corsario Negro». Allí nos encontramos con Jorge y Carla que también han pasado el día en la playa. Le cuento a mi amiga lo ocurrido con el innombrable, ( Así es como decido llamar a mi ex de ahora en adelante ). A medida que le narro el incidente, su cara cambia de color, pasando del blanco al granate en cero coma.

– ¿Lo has denunciado verdad? -El gesto de mi cara le da la respuesta-, ¿No? ¿Pero por qué coño no llamaste a la policía y lo denunciaste?

– Te juro que en ese momento ni siquiera lo pensé, luego cuando ya estaba en la cama, al recordarlo todo, vi lo estúpida que había sido por no denunciarlo.

– ¡Y tu! -Le espeta a mi portento-, ¿No pudiste partirle la cara?

– Si por mi hubiera sido, créeme… ni haciéndole la cirugía plástica le hubieran reconocido.

– Si llego a estar allí, te juro que…

– Tranquila Lara Croft -le digo-, cualquier día te lo encuentras por la calle y será todo tuyo…

– ¡No es ninguna broma Alex!

– Lo se… ¿Por qué no cambiamos de tema? ¡Estoy empezando a ponerme de los nervios!

– Nosotros tenemos que irnos -Jorge mira a mi amiga-, mañana salgo temprano de viaje y me gustaría acostarme temprano…

– Si, si, si, tu lo que quieres es despedirte a lo grande -me burlo de él-, ¿Cuánto tiempo estarás fuera?

– Hasta el jueves, ¿Por qué?

– ¿Os apetece que quedemos el viernes? -Propone mi portento-. Podemos ir a cenar al restaurante de Anselmo y luego ir a bailar un poco. ¿Qué os parece?

– ¡Suena genial! -Me apetece mucho este plan.

– Por mi también, ¿Hablamos entre semana y lo planeamos? -Carla me mira.

– Vale, yo me encargo de llamar a Estela y a Jared para que se vengan también.

– ¡Perfecto!-La parejita se levanta y quedamos en hablar de los planes para el viernes.

Víctor y yo nos tomamos una cerveza más, son casi las diez de la noche y tengo que preparar unos informes para la reunión de mañana con mi jefe, pero no me importa, estoy tan a gusto allí con mi chico que no me apetece nada irme a casa.

– ¿Me invitas a dormir contigo está noche? -Mi portento está juguetón, me encanta.

– ¿Qué si te invito a dormir conmigo? ¡Hum! déjame que lo piense…

– ¿Te lo vas a pensar? ¡Serás mala…!

– ¿Para qué preguntas? Ya sabes la respuesta, tu sitio está en mi cama, a ser posible todas las noches…

– Por mi encantado… Necesito pasar por el hotel a recoger algunas cosas, ¿Te importa?

– Para nada.

Pasamos por el hotel, y mientras Víctor sube a coger sus cosas, yo me quedo esperándole en el coche. Decido llamar a mi madre, desde el día de la bronca no he vuelto a hablar con ella. Es tan orgullosa, que aunque sabe que ha metido la pata de cabo a rabo, no es capaz de llamarme, así que si Mahoma no va a la montaña… Es mi padre el que contesta la llamada.

– ¡Hola papi! ¿Qué tal? ¿Cómo va todo?

– ¡Hola princesa! Pues muy bien, aquí estamos, con unos amigos. Tomándonos unas botellas de sidra en el jardín.

– ¡Que bien viven algunos…! -Sonrío.

– No podemos quejarnos. Acaba de llegar el Dr. Fernández, me ha dicho que os visteis en Valencia.

– Si, coincidimos en las charlas anuales de la facultad de medicina, es un hombre encantador.

– Habla maravillas de ti, tiene a tu madre encandilada contándole lo bien que lo has hecho en las ponencias…

– ¿Cómo está mama? Desde que hablamos el otro día…

– Está bien, arrepentida. Ya sabes como es, aunque sabe que no hizo bien con esa llamada, le cuesta dar el brazo a torcer. ¿Quieres hablar con ella?

– Si ella quiere… Me gustaría saludarla -mi padre llama a mi madre para que se ponga al teléfono.

– Hola cariño, ¿Cómo estás? El Dr. Fernández, está contando maravillas de ti, no sabes lo orgullosa que me siento…

– Gracias mama, me alegra oír eso. Estoy bien, algo cansada por el tute del viaje, pero bien. Satisfecha con mi trabajo.

– Oye hija… -mama baja el tono de voz-, quería pedirte disculpas por lo del otro día…

– Disculpas aceptadas mami, no te preocupes ¿Vale? -En ese momento, mi portento entra en el coche.

– ¿Con quien hablas preciosa?

– Con mi madre…

– ¿Estás con él?

– Si mama, ahora mismo estoy con él.

– ¿Tu estás bien?

– Si, hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien mama. -Miro a Víctor, él es el culpable de que yo sea tan feliz. Coge mi mano y me besa los nudillos.

– Eso es lo más importante, quiero que seas feliz…

– Lo soy mama…

– Entonces si tu eres feliz, yo también lo soy…

– Gracias mama, os quiero muchísimo. -Se me llenan los ojos de lágrimas.

– Y nosotros a ti mi vida… -Ella también está emocionada, puedo notarlo en su voz. Me despido de ella y nos vamos a casa.

Una vez que tengo todo listo para la reunión del día siguiente, me voy a la cama. Mi portento lleva un rato acostado viendo una película, en cuanto me ve, apaga el televisor y esa sonrisa suya que me encanta, aparece en todo su esplendor. Al ver que sigue juguetón, todo el cansancio acumulado en mi cuerpo se evapora. Me quito el mini camisón que llevo puesto y con solo las braguitas, me acurruco junto a él.

– Estas, también puedes quitártelas…

– No, estas -digo señalando mis bragas-, prefiero que me las quites tu…

Él obediente, se pone sobre mi y con mucha lentitud, desliza la prenda por mis piernas y las deja caer al suelo. A continuación, me hace el amor como solo él sabe hacerlo, dejándome exhausta y feliz, muy feliz…

¿QUE PUEDE PASAR? Cap.31

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– ¡Alejandraaaa, essssperaaaa! -Su voz, casi pegada a mi espalda me sobresalta. Aligero el paso.

– ¿Estássss sordaaaaa? -¡Joder, lo que me faltaba, está borracho! Si pudiera correr lo haría-. ¿Qué passssaaaa contigoooo eh? -Me coge por un brazo, sin mirarle siquiera, doy un tirón y me suelto- ¡Teee esssstoyyy hablaaaandooo jooooderrrr! -Me paro en seco.

– ¿Cómo demonios tengo que decirte que no te acerques a mi? ¡Déjame en paz Fernando! ¡Por el amor de Dios, déjame en paz de una puta vez!

– ¡Noooo meeee haaableeessss así!

– ¡Te hablo como me da la gana! ¡Estás borracho joder! -Estoy casi llegando a los ascensores, de repente me da un empujón haciendo que pierda el equilibrio y casi me caiga de bruces. Por suerte no lo consigue.

Me giro y me enfrento a él. Toda la rabia contenida en estos últimos meses, estalla y la dejo salir.

– ¡Eres un hijo de puta! ¡Si vuelves a tocarme, juro por Dios que te patearé la cabeza!

– ¿Ah si? ¿Tu y cuántas como tu? -¡Mierda, no está borracho! ¡El muy cabrón solo estaba fingiendo! ¿Pero por qué? ¿Creería que al hacerse pasar por borracho iba a escucharle? No entiendo nada.

Su cara encolerizada me asusta, pero no me amilano. Si tengo que darme de hostias con él, lo haré. A mi no se me caen los anillos por patearle el culo a un mierda como él.

– ¡Vas a escucharme quieras o no! -Me lanza contra la pared que está al lado de los ascensores, junto a una enorme planta que casi nos tapa por completo. Con fuerza sujeta mi cara y se acerca a mi. Lo empujo y consigo que afloje la mano. Aprieta los dientes con rabia.

– ¡Maldita sea, te quiero Alejandra! Me equivoqué ¿Vale? ¡Quiero volver contigo!

– ¿Y crees qué estas son formas? ¿Qué fingiendo que estás borracho y tratándome así va a hacer que vuelva contigo?

– ¡Intente acercarme a ti por las buenas! Sé que todavía me quieres…

– ¡Estás loco si piensas eso! ¡Entre tu y yo jamás volverá a haber nada! Estás equivocado… ¡Ya no te quiero Fernando! Me hiciste un gran favor cuando te largaste, tardé muy poco tiempo en darme cuenta que estaba mejor sin ti. Aunque me hiciste daño, mucho daño. ¡Fuiste un cerdo, lo que más me dolió, fueron las palabras que dijiste cuando salías por la puerta, fuiste cruel…!

– ¡Lo que dije, no lo sentía de verdad! Siempre has sido tu Alex, solo tu…

– ¡Y una mierda! ¿Qué pasó con la enfermera con la que te largaste? Déjame que adivine… ¿Se dio cuenta de que eras un cabrón y te dejó? -Veo la ira en sus ojos, he dado en el blanco-. ¡Aunque fueras el último hombre sobre la faz de la tierra, jamás, jamás volvería contigo! ¡El camión de la basura pasó hace unos meses llevándote con él!

– ¡¡Eres una estúpida!! -Está muy cabreado. Aplasta su cuerpo contra el mío, me retuerzo intentando soltarme pero no puedo. Trata de besarme, pero giro la cabeza a un lado y a otro con fuerza evitándolo.

– ¡Suéltame joder! -Grito. Noto su mano en mi muslo. Quiero darle una patada en sus partes, pero me resulta imposible al tener su cuerpo contra el mío aplastándome. Cierro los ojos y le pido a Dios que me ayude… – ¡Me estás haciendo daño Fernando, suéltame!

– La señorita, te ha dicho que la sueltes… -Fernando gira la cabeza para ver de donde viene esa voz. Yo mantengo los ojos cerrados, agradeciéndole a dios que me haya enviado ayuda.

– ¡Esto no tiene nada que ver contigo tío, así que sigue tu camino y esfúmate!

– Es de muy poco hombre tratar así a una mujer…

– ¡Oye tío…! ¿De qué cojones vas? ¡Lárgate joder, todavía no he terminado de hablar con ella!

– Me parece que ella no tiene ningún interés en hablar contigo, te lo digo por última vez… Por tu bien ¡Quítale las manos de encima!

– Oye machote, ¿No hablas mi idioma?

– ¡Me parece a mi, que el que no habla mi idioma eres tu! Alejandra, ven…

-Abro los ojos y al ver a mi portento allí, con la mano extendida hacia mi me derrumbo y empiezo a llorar. Fernando está desconcertado, mirándome a mi y luego a Víctor-. Estoy aquí preciosa, tranquila… -Dice mientras tomo su mano y me acerco a él.

– ¿De qué coño conoces a este tío Alejandra? -Noto como los brazos de mi portento se tensan alrededor de mi cuerpo-. ¡Te estoy haciendo una pregunta, contéstame joder!

– ¡Vete a la mierda Fernando!

– ¡Oh, ahora te pones gallita porque está él…! ¿Me importa un carajo quien sea este tío! ¡Eres una… -Víctor me suelta y de un empujón lanza a mi ex contra la pared.

– ¡No te atrevas a insultarla! ¡Si vuelves a acercarte a ella, te buscaré. Y lo mínimo que haré contigo, será partirte las piernas. ¿Me has entendido? -Fernando asiente, diría que está un pelín acojonado. No me extraña, ahora mismo, la cara de mi portento da mucho miedo.

– ¡No vales nada Alejandra!

– ¡Tu si que no vales nada gilipollas! -Se abren las puertas del ascensor y tiro de Víctor para que entre conmigo. No dudo que si estamos un minuto más allí, acabará dándole una paliza y no merece la pena.

Cuando se vuelven a cerrar las puertas, empiezo a llorar a moco tendido, me tiembla todo el cuerpo. Si no fuera por la repentina aparición de mi portento, no sé que hubiera pasado. Él me abraza, susurrándome palabras dulces y cariñosas para tranquilizarme, pero no puedo parar de llorar.

Entramos en la habitación y me lleva al sillón que hay junto a una de las ventanas, va al mueble bar y me prepara una copa. Me la bebo de un trago. ¡Joder, me abrasa la garganta! Pero enseguida noto el efecto del licor en mis nervios desmadrados. Se sienta a mi lado y cariñosamente me acaricia la espalda.

– ¿Qué… Qué haces aquí? -Balbuceo.

– Quería darte una sorpresa, y resulta que la sorpresa me la he llevado yo…

– Pero, tenías una fiesta hoy…

– Si, pero Ricardo se quedó al mando. Te echaba mucho de menos y quería venir…

– Siento mucho lo que paso abajo.

– Yo si que lo siento, si hubiese llegado antes, ese cabrón no se te hubiera acercado ni un milímetro. ¿Quién era él Alejandra? -Las lágrimas vuelven a rodar por mis mejillas, él me da un pañuelo y me mira pacientemente hasta que empiezo a hablar.

– Es mi ex…

– ¿Tu ex? -Pregunta sorprendido.

– Si, salí con él durante casi cuatro años.

– ¿Saliste con un tipo como ese tanto tiempo? -Asiento-. ¿Por qué? Perdóname, pero no entiendo como pudiste salir con alguien como él.

– Nos conocimos en una fiesta, comenzamos a salir poco tiempo después. Por aquel entonces, no era tan agresivo. Era engreído y clasista, igual que yo -confieso avergonzada-, por eso congeniábamos bien. Él trabaja en uno de los hospitales de Málaga, es neurocirujano y bueno, como ves teníamos muchas cosas en común.

– ¿Y qué paso?

– Vivimos juntos dos años, yo creía que todo iba bien, pero un día, llegó a casa y me dijo que se largaba, que no me quería. Llevaba meses pegándomela con una enfermera que tenía en prácticas, más joven que yo. Me dijo que estaba enamorado de ella. Yo me puse como una loca, metí su ropa en una bolsa de basura y se la dejé en la puerta. Antes de irse, me dijo cosas muy duras, fue cruel, fue un autentico hijo de puta. Con el tiempo me enteré que no solo me había engañado con esa chica, hubo más, bastantes más. También se dedicó a decir cosas horribles de mi, pero yo preferí ignorarlo. El tiempo siempre pone las cosas donde deben estar…

– ¿Por qué no me dijiste que él estaría aquí?

– Sinceramente, me olvidé completamente de su existencia hasta que el jueves lo vi en el almuerzo de bienvenida.

– Si hubiera sabido todo esto, no te hubiera dejado venir sola…

– Si yo hubiera sabido que él también iba a estar aquí, hubiese hecho hasta lo imposible porque otra persona sustituyera a Marco.

– ¿Crees qué si yo no hubiera aparecido, te habría hecho daño?

– Si -susurro-, acababa de rechazarlo y estaba encolerizado. Intenté defenderme, pero su cuerpo me aplastaba contra la pared y no podía moverme -volver a pensar en ello, me pone los pelos de punta-. Gracias por aparecer de la nada Víctor, te debo una, una muy grande -mis labios se curvan en un amago de sonrisa.

– No tienes nada que agradecerme. Estaba haciendo tiempo en el bar, al ver que ya eran las doce, decidí probar suerte y ver si ya estabas en la habitación. Cuando me acercaba a los ascensores oí gritos, me quedé de piedra cuando vi que se trataba de ti. Cuando vi que ese tipo estaba encima de ti manoseándote, la furia se apoderó de mi. No sé como fui capaz de controlarme. Me hubiera gustado partirle la cara a ese imbécil solo por estar respirándote encima… -Me besa en la frente y me abraza con fuerza.

– Tienes mucho autocontrol…

– No quería armar un escándalo y tampoco que tu salieras perjudicada. Si me hubiera dejado llevar, se habría enterado todo el hotel, la habría liado parda y probablemente hubieran llamado a la policía.

– Tienes razón, gracias por pensar en mi…

– Oh nena, siento tanto que hayas tenido que pasar por esto…

– No te preocupes, estoy mejor gracias a ti.

Apoya la cabeza en su pecho. Durante un buen rato permanecemos así, en silencio. Cada uno sumido en sus pensamientos. Después de tomarnos otra copa y de intentar olvidar lo que pasó con Fernando nos vamos a la cama. Allí me acurruco en sus brazos, me siento protegida entre ellos, me siento protegida por él… Oigo su respiración acompasada y tranquila, está dormido. En cambio, yo no soy capaz de cerrar los ojos. Cada vez que lo hago, veo el rostro de mi ex y se me encoge el estómago. ¿Qué hubiera pasado si Víctor no aparece? ¿Me habría pegado? Si, estaba demasiado cabreado y rabiado. Tenía que haber llamado a la policía en cuanto puse los pies en la habitación… Sabía que era un cerdo, pero jamás imaginé que pudiera ser un maltratador. De repente soy consciente de la suerte que tengo por tener a mi portento a mi lado. Es cariñoso, tierno, respetuoso, guapísimo… Lo tiene todo. Si, soy muy afortunada de tenerlo…

– Te quiero Víctor… -Por fin consigo cerrar los ojos y quedarme dormida…

¿QUE PUEDE PASAR? Cap.30

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¡Maldita suerte la mía! ¿Por qué el destino tiene que ser tan cabrón conmigo? ¿Por que él? ¿Por qué precisamente él tiene que estar sentado a mi lado? ¿No había otro sitio donde ubicarlo? ¡Se me ocurren montones de sitios donde este mamón podría estar…! Si por mi fuera, estaría en Australia criando canguros.

– ¿No vas a saludarme Alejandra? -Posa su asquerosa mano en mi brazo, lo fulmino con mi mirada láser, pero el muy capullo la ignora. No quiero mostrarme maleducada con él delante de toda esta gente, pero si no tengo más remedio lo haré.

– ¿Te importaría no tocarme?

– ¡Vamos Alejandra! No puedo creer que todavía me guardes rencor por lo que pasó… -Me muerdo la lengua paro no contestarle como se merece, y me dirijo a él como toda una profesional.

– Dr. Salas, no me alegro en absoluto de volver a verlo, y le agradecería infinitamente que no volviera a tocarme. Ahora si me disculpa, estaba manteniendo una conversación muy interesante con el Dr. Fernández. -Dicho esto, giro la cabeza y le sonrío al amigo de mis padres- disculpe Dr. ¿Por dónde íbamos?

El Dr. Fernández mira severamente a Fernando, advirtiéndole con la mirada que más le vale mantenerse alejado de mi…

– Lo siento -le digo bajito.

– No te preocupes querida, estoy al corriente de vuestra historia. Tu padre me lo comentó una vez jugando al golf, estaba preocupado por ti.

– Mejor no hablemos de ese tema, es algo que gracias a Dios tengo olvidado y superado.

– Me alegro que sea así. De todos modos hablaré con el coordinador y le pediré que lo cambien de sitio. Después de todo lo que sé, su sola presencia me repugna.

¡Jesús! ¿Pero qué es lo que le habrá contado mi padre a su amigo? Es mejor que no sepa la respuesta, solo de imaginarme a mi padre aireando mi vida privada por ahí, me pone enferma. Aunque haya sido con su amigo, no me gusta que se hablen de mis cosas.

Durante el resto de la comida, estoy bastante tensa. Fernando no deja de rozarme cada vez que tiene oportunidad, y contenerme, me está costando mucho esfuerzo. Temo que en cualquier momento se me escape la mano y le de una buena hostia… Finalizada la comida, los coordinadores nos explican como será el orden de las ponencias. Marco tenía razón, a mi me toca dar la charla mañana por la mañana y el sábado a las cinco de la tarde. El sábado por la noche, también se celebrará la cena de clausura en este mismo salón, lo que significa que con un poco de suerte, el domingo por la mañana pueda regresar a mi casa. Si antes se me iba a hacer eterno, con Fernando pululando por aquí, será aún peor. En cuanto dan por finalizada la charla, me escabullo con la intención de no darle a mi ex la posibilidad de acercarse a mi, pero cuando estoy saliendo por la puerta el muy capullo me da alcance.

– Alejandra, me gustaría hablar contigo.

– ¡Escucha Fernando, nada de lo que tengas que decirme me interesa, así que te pido que por favor me ignores…!

– ¡No puedo ignorarte Alex… Te quiero! -Se me escapa la risa al escuchar esto último- ¿No me crees verdad?

– ¡En serio Fernando, mantente alejado de mi! -Continuo mi camino intentando perder de vista a este energúmeno.

Menuda cara tiene el tío. Que me quiere dice… Me duelen los oídos solo de recordar esas palabras. ¡Será gilipollas! Cuando se lo cuente a las chicas, van a alucinar.

Me asomo a la ventana de la habitación, hace un día estupendo, si no fuera porque temo encontrarme con mi ex, bajaría a la playa a pasar el resto de la tarde. Por el contrario, decido quedarme en la seguridad de mi cuarto dándole los últimos coletazos a mis notas para las ponencias. Por la noche, cuando ya estoy acostada, llamo a mi portento. Contesta al momento.

– Hola preciosa, estaba a punto de marcarte, te me has adelantado. ¿Qué tal ha ido el día?

– Hola guapo, no sabes cuanto deseaba escuchar tu voz…

– Me alegra oír eso, ¿Me echas de menos?

– ¡Mucho! -Más ahora que sé que Fernando está por aquí, pero claro, esto último me lo callo, no tiene sentido que le diga nada…

– Yo también te echo de menos mi amor, ¿Has tenido mucho lío hoy?

– No, que va. Hemos tenido un almuerzo de bienvenida y luego nos han explicado el itinerario. Mañana a las diez, daré mi primera charla y la siguiente el sábado por la tarde. Por lo que ha dicho la organización, creo que domingo por la mañana podré tomar el primer vuelo que salga para Málaga.

– Eso sería fantástico, tendría todo el día para demostrarte cuanto te he echado de menos.

– ¡Mmm me encantaría! ¿Qué tal tu día?

– Bastante normal, rutinario. He tenido una reunión con Ricardo para ultimar los detalles de la fiesta del sábado y después he ido a comer al restaurante de Anselmo, por cierto, me dio saludos para ti. ¿Ya estás en la cama?

– Si, mañana quiero levantarme pronto…

– ¿Estás nerviosa?

– Si, no sé si podré pegar ojo. Me aterra meter la pata en algo y quedar como el culo.

– No digas tonterías, vas a hacerlo muy bien. Ya lo verás.

– Ojalá tengas razón…

– Deberías de confiar un poco más en ti misma Alejandra, eres una profesional y te los vas a meter a todos en el bolsillo… Oye, yo tengo un remedio para ayudarte a conciliar el sueño, ¿Quieres probarlo?

– ¿De qué se trata?

– ¿Quieres probarlo si o no? -Ese tono grave de su voz… ¿En qué estará pensando?

– Si, quiero probarlo…

– ¿Qué llevas puesto?

– ¿Qué que llevo puesto?

– Si, no puedo verte, pero puedo imaginarte…

– Llevo un camisón de verano de raso azul, ¿Qué llevas tu? -Me sonrojo al imaginar por donde van los tiros…

– Nada, estoy desnudo dentro de la bañera… ¿Es corto?

– Si… -Murmuro.

– Si estuviera contigo, acariciaría tus preciosas piernas y saborearía el dulce sabor de tus labios. Me pongo duro solo de pensarlo nena…

– Estás consiguiendo que la temperatura suba en la habitación, y eso que tengo el aire acondicionado funcionando.

– Esa es la intención… Te deseo tanto Alejandra…

– Pues ya somos dos.

– ¿Alguna vez has practicado sexo telefónico nena?

– No… -¡Joder, ya me están entrando sudores!

– Pues hoy será la primera. Relájate, cierra los ojos y piensa en nosotros. -Lo hago, cierro los ojos y escucho su voz cargada de deseo-. Estoy a los pies de la cama observándote, estás tan sensual con ese minúsculo camisón… Quítatelo Alex, quítatelo para que pueda ver tus pechos, tus caderas… Quítatelo para mi nena. -Hago un stripteace solitario en mi habitación, imaginándome la cara de mi portento, con sus ojos ardientes posados en mi cuerpo-. Acaríciate los pechos Alex, juega con tus pezones… -¡Mmm!- Eso es nena, retuércelos. ¿Notas lo duros que están? -Estoy tan concentrada en su voz y en las sensaciones que recorren mi cuerpo que no puedo articular palabra. Solo gimo, y él, él gime conmigo-. Usa tu otra mano nena, llévala hasta tu sexo, juega con tu clítoris. Tócate para mi Alex…

– ¡Oh si… Si…!

– Ya estamos a punto nena, un poco más… -Introduzco un dedo en mi interior mientras escucho la respiración agitada de Víctor. En cuestión de segundos, nos corremos juntos. ¡Joder, consigue que haga cosas que en la vida se me pasaría por la cabeza hacer! -¿Estás bien nena?

– ¡Mmm, estoy de maravilla…!

– Ahora los dos podremos dormir bien. -Sonríe.

Hablamos durante un rato más y cuando cuelgo, caigo en un sueño profundo y relajante.

El viernes, a pesar de lo nerviosa que me levanto todo sale bien. La sala de conferencias de la universidad está abarrotada de gente, alumnos, profesores, compañeros… Aunque al principio no me sale la voz, consigo relajarme y todo va sobre ruedas. Para mi suerte, solo me tropiezo con Fernando en dos ocasiones, y en ninguna de ellas se dirige a mi para nada. ¡Gracias a Dios parece que por fin ha entendido que no quiero saber nada de él!

Por la tarde, doy una paseo por la playa y me tomo una cerveza en un chiringuito muy cuco que hay cerca del hotel, más tarde en el, ceno una ensalada y un bistec a la plancha. Si estuviera en Marbella, estaría en una cena benéfica con mi portento… Tengo muchas ganas de verlo.

El sábado por la mañana, salgo disparada para la universidad. Aunque mi charla no es hasta las cinco, debo estar presente en todas las demás desde primera hora, para poder rellenar el cuestionario que nos harán en cuanto todo termine. Para mi sorpresa, el día pasa volando y cuando quiero darme cuenta estoy frente al espejo dándome los últimos retoques para bajar al salón. Es la cena de despedida, y aunque no me apetece nada ir, tengo que hacer acto de presencia. Me he puesto un vestido azul marino y rojo, sencillo y elegante.

La cena me resulta un pelín pesada. Lo achaco a que estoy ansiosa porque termine el día y poder regresar a mi casa. Echo mucho de menos a Víctor. Necesito estar con él, sentir sus manos, sus besos, su piel…

A las doce en punto, igual que cenicienta, me despido de mis colegas y salgo del salón. Cuando lo hago, soy plenamente consciente de que Fernando viene pisándome los talones. Ha estado toda la noche al acecho, esperando la oportunidad para acercarse a mi y acabo de ponérsela en bandeja. No hay demasiada gente en el vestíbulo del hotel, y eso no me tranquiliza. Solo espero poder llegar a los ascensores sin armar ningún escándalo…

¿QUE PUEDE PASAR? Cap.29

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El sonido del teléfono me sorprende. Me asusto al ver el número de mi madre reflejado en la pantalla. ¿Le habrá pasado algo a mi padre? ¿A ella? Si, tiene que haber sucedido algo para que me llame entre semana y a la hora de la comida.

– Mama, ¿Estás bien, papa está bien?

– Hola Alejandra, si, todo va bien. ¿Por qué lo preguntas?

– Bueno, no sueles llamarme en horas de trabajo ni entre semana…

– ¿No puedo llamar a mi hija para saber cómo le va la vida? -Se ha puesto a la defensiva, esto es muy raro…

– Pues claro que puedes llamarme mama. Es solo que me resulta extraño, nada más. ¿Seguro qué está todo bien? ¿No ha pasado nada?

– ¡No lo sé, dímelo tu! -Ahora si que me quedo perpleja, ¿De que va esto?

– ¿Qué te diga el que mama?

– ¿No tienes nada que contarme? -Pienso durante un minuto, pero no se me ocurre nada que haya podido hacer que a mi madre le moleste tanto.

– Que yo sepa no. Oye mama, estás muy rara y sabes que odio los acertijos. ¿Por que no vas al grano?

– ¡¡Qué poca vergüenza tienes Alejandra!! -¡Joder, está cabreada! ¿Qué he hecho?- Tu padre acaba de ponerme delante de las narices su portátil, ¿sabes lo que he visto en él?

– No tengo ni idea mama…

– ¡¡He visto una foto de mi hija con su supuesto novio en la portada de un periódico digital, en una fiesta presentando no se que perfume!! ¿Te suena de algo? -¡Mierda, mierda, mierda! ¿La fotografía ha salido en internet? ¡Mecago en la puta!

– Ya veo… -es lo único que consigo decir.

– ¿Sabes cómo me acabo de sentir? ¡Enterarme por un periódico de que mi hija tiene novio y por cierto, mucho más joven que ella, no es plato de buen gusto Alejandra! ¿Qué le diré a la gente cuando me pregunte eh? ¿Qué no estaba enterada de nada? ¿Qué no tengo ni idea de quien es él? ¿Qué van a pensar Alejandra? -¡Esto es el colmo, siempre pensando en el puto que dirán! Me apetece colgar el teléfono y mandarla a paseo.

– ¡Mira mama, lo que piense y diga la gente, sinceramente me importa una mierda! No te he contado lo de Víctor porque la relación es muy reciente y me da miedo airearlo, todavía no quiero gritarlo a los cuatro vientos. Además, temía tu reacción cuando te dijera que es mucho más joven que yo.

– ¡¡Pues para no querer gritarlo a los cuatro vientos, lo has hecho de pena!! ¿No te parece? ¡Solo has salido en internet!

– Mira mama, estoy en el trabajo y no quiero seguir discutiendo contigo. Si, tengo novio. Si, es mucho más joven que yo y si, tenía que habértelo contado pero no lo he hecho y no me arrepiento. ¡Fin de la historia!

– ¡¡No te atrevas a colgar Alejandra!!

– Mama, es absurdo seguir con esta conversación. Lo único que te preocupa es lo que piense la gente cuando te pregunten por mi relación. Ni siquiera me has preguntado como estaba yo, si soy feliz, si estoy enamorada… ¿Sabes? Me parece muy triste que solo hayas pensado en lo que pueda opinar la gente… Lo siento mama, cuando estés más calmada hablaré contigo, ahora mismo no tengo tiempo ni ganas. Te quiero mucho y no quiero decir nada que pueda hacernos daño a ambas, así que hablamos en otro momento. Adiós. – Cuelgo el teléfono sin darle opción a decir nada más.

La discusión con mi madre, me deja hecha polvo. ¿Cómo iba a imaginar que esa fotografía saldría publicada en internet? Y muchos menos que mis padres la vieran… La verdad que no es la mejor manera de enterarse de mi relación con Víctor, pero la reacción de mi madre ha sido exagerada. Solo espero que cuando está más calmada, pueda verlo de otra manera.

Esa noche durante la cena, le cuento a mi portento la bronca que he tenido con mi madre y lo del repentino viaje a Valencia. Respecto al tema de mi madre, me dice que no le de demasiadas vueltas, que no merece la pena, que es una tontería y que pronto todo volverá a la normalidad. Tiene razón, mi madre siempre ha sido una persona muy impulsiva, igual que yo. Seguramente ya le está pesando el haberme llamado estando tan enfadada.

– Es una pena que tengas que irte a Valencia, me hacía mucha ilusión que me acompañaras a esa cena.

– Lo sé, a mi también me hacía ilusión… Es un rollo tener que ir a las ponencias. Es demasiado aburrido.

– Son solo cuatro días, pasarán volando. Ya lo verás.

– ¡Uf, para mi es un suplicio tener que ir!

– Venga, anímate. Piensa que vas a exponer los avances y mejoras de tu trabajo delante de mucha gente, que tu jefe haya pensado en ti para que le sustituyas es muy positivo. ¿No crees?

– Si, claro que lo creo… Si tu estuvieras conmigo, sería perfecto.

– Esta vez no puedo acompañarte nena. El viernes tengo la cena benéfica y el sábado la fiesta latina en Bacana. ¿Regresarás el domingo por la noche?

– Espero poder escaparme de allí por la mañana, aunque si hay algún evento programado, tendré que quedarme. Igual no puedo volver hasta el lunes, son demasiados días sin verte…

– No te preocupes preciosa, tenemos mucho, mucho tiempo para estar juntos.

– ¿Me lo prometes?

– Si, te lo prometo. -Me siento en su regazo y sellamos esa promesa con un beso apasionado.

El jueves como cada mañana desde el lunes, dejo a mi portento en la entrada del hotel y me dirijo al aeropuerto «Pablo Picasso» de Málaga. El avión que me llevará a Valencia, sale a las nueve y media, tengo tiempo de sobra de facturar mi equipaje y tomarme un café.

Una vez en el avión, saco de mi bolso el primer libro de la trilogía erótica «Pídeme lo que quieras» con intención de empezar a leerlo, pero no lo hago. ¿Para que leer las tórridas aventuras sexuales de unos personajes ficticios cuando puedo recrearme en las mías propias con mi portento? ¡Mmm! ¡Menuda noche la de ayer…! Lo hicimos varias veces, la verdad que me estoy volviendo insaciable.

Primero, follamos salvajemente encima de la mesa del salón, estábamos demasiado calientes y no podíamos esperar. El orgasmo fue intenso y liberador. Creo que no podré volver a comer en esa mesa sin recordar ese orgasmo… La segunda vez, fue en el suelo del baño, no nos dio tiempo a llegar a la ducha, de nuevo volvíamos a estar muy calientes. Esa vez fue rápida, pero no por ello fue menos intensa, todo lo contrario. La tercera vez, dejé que me atara al cabecero de la cama y me cubriera los ojos con un fular. Algo impensable para mi hasta ayer por la noche…

La experiencia fue increíble, tener los ojos tapados, hizo que mis otros sentidos se agudizaran más ante la expectación por saber cuando me iba a tocar o a besar, eso hizo que disfrutara del sexo como nunca antes lo había hecho. Es alucinante que a mis treinta y cinco años, esté descubriendo el sexo en estado puro y duro ( Sobre todo duro ). Confieso que me gustó mucho estar atada, tanto que estoy dispuesta a probar más, mucho más, siempre que sea con mi portento. Hizo conmigo lo que quiso. Con sirope de chocolate, fue haciendo dibujos sobre mi cuerpo, para luego quitármelo a lametadas. Su lengua es… ¡Uf!, hace maravillas con ella, en realidad hace maravillas con todo su cuerpo. Ayer, literalmente, se dedicó a adorarme sexualmente. Se me escapa un gemido al recordarlo dentro de mi, embistiéndome como a mi me gusta, fuerte, muy fuerte. ¡Joder, quien me iba a decir a mi, que me gustaría que me follaran así. Con lo clásica que era yo para esas cosas…

La azafata anuncia que efectuaremos el aterrizaje en unos minutos. Estoy completa segura, que si el vuelo hubiera durado media hora más, tendría que haber usado los extintores para apagar el fuego que me correo por dentro. ¡Es acojonante lo salida que estoy últimamente!

A las once y diez aproximadamente, aterrizamos en el aeropuerto «Manises» (Valencia ). Mientras espero por mi equipaje, hablo con Víctor para decirle que ya he llegado y que le echo muchísimo de menos. Me recoge un coche en la puerta que me lleva directamente al hotel «SH Valencia Palace», por lo que veo, no han escatimado en gastos porque es un hotel de cinco estrellas precioso. En recepción me espera una chica que me da una credencial como participante en las ponencias, permitiéndome el acceso a todos los eventos que se realicen con solo mostrarla. También me informa que a la una y media, dará comienzo el almuerzo de bienvenida, que ella estará esperándome en ese mismo sitio para acompañarme al salón principal y presentarme al resto de participantes. Cojo las llaves de mi habitación y me despido de ella hasta más tarde.

La habitación es sencilla pero muy bonita, decorada en tonos verde agua y béige, con grandes ventanales que llenan de luz la estancia. Me pongo cómoda y saco mis notas para repasarlas. A la una y media en punto estoy en recepción, donde me espera mi acompañante. Me guía por un pasillo enmoquetado hasta un salón enorme y lleno de gente, inspiro hondo para disipar un poco los nervios y entro con una sonrisa dibujada en mi cara.

Rápidamente veo rostros conocidos. El Dr. Fernández, cardiólogo del hospital universitario de Asturias, el Dr. Gómez, traumatólogo de una clínica privada de Madrid… En cuanto el Dr. Fernández me ve, se acerca a mi sonriente, es un gran amigo de mis padres y en lugar de saludarnos con un apretón de manos, nos fundimos en un cariñoso abrazo. Hablamos distendidamente durante un rato, hasta que alguien nos comunica que la comida está lista y podemos ocupar nuestros asientos.

Los ponentes estamos acomodados en una mesa recta que ocupa prácticamente todo el ancho del salón. Las demás mesas son redondas y están distribuidas por todo el salón, son para ocho comensales cada una. Voy hacia mi sitio, a mi derecha tengo al Dr. Fernández, a mi izquierda el sitio esta vacío. Me giro hacia el amigo de mis padres y continuamos con la conversación que habíamos iniciado anteriormente. Me habla de sus hijos, de sus nietos y de las ganas que tiene de jubilarse para poder disfrutar de todos ellos. Estoy riendo uno de sus comentarios cuando noto que alguien se sienta a mi lado.

– Vaya, vaya, vaya, que gustazo volver a verte Alejandra…

Un escalofrío recorre mi cuerpo de pies a cabeza. ¡Joder, había olvidado por completo que probablemente Fernando estuviera aquí…!

¿QUE PUEDE PASAR? Cap.28

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A la mañana siguiente, me despierto algo desorientada y con un leve dolor de cabeza, seguramente a causa de los excesos de la noche anterior y de la falta de sueño. Al recordar el polvo de reconciliación ( como lo llamó Carla ), se me quitan todos los dolores. Mi portento no está a mi lado en la cama, escucho atentamente y oigo ruido, está duchándose. Salgo de la cama y entro en el baño sin hacer ruido. Veo la silueta de Víctor a través del cristal de la mampara. De repente me entran unas ganas tremendas de ducharme, sonrío para mis adentros. Me apetece mucho enjabonar todo su cuerpo, y cuando digo todo quiero decir todo… Traviesa asomo la cabeza por un hueco de la mampara.

– ¿Necesitas que te froten la espalda?

– ¡Adelante, soy todo tuyo!

Víctor se hace a un lado y yo entro quedando justo debajo del potente chorro de agua. Cierro los ojos y disfruto del efecto del agua caliente sobre mi cuerpo. Mi portento me acaricia la cara y entonces le miro. Miro su cuerpo de pies a cabeza. Mis pupilas se dilatan llenas de deseo al ver su polla tiesa y dura…

– ¡Mmm! Parece que te alegras de verme. -Poso mis mano en su abdomen y lentamente la deslizo hacia abajo.

– Siempre me alegro de verte. -Coge aire al sentir la presión de mi mano en su polla- ¿No ibas a frotarme la espalda? -Jadeo al oír su voz cargada de deseo.

– Si, pero más tarde… -Me pego a él mientras sigo masturbándole.

Recorro su torso mojado con la lengua a la vez que restriego mi cuerpo contra el suyo. Soy como una gata en celo, no tardaré mucho en ponerme a ronronear. Víctor me aprieta el culo con fuerza y posee mi boca con brusquedad, me necesita, igual que yo a él. Introduce un dedo en mi, lo mueve dentro y fuera varias veces, preparándome para él, pero yo hace tiempo que estoy lista. Estoy empapada por dentro y por fuera. Apoyo una de mis piernas en el borde de la bañera, dejando más accesible mi entrada. Enrosco mis brazos alrededor de su cuello y él, me penetra con fuerza, como a mi me gusta.

– Más fuerte Víctor… Más fuerte…

Me empotra contra la pared de azulejos y clava sus manos en mi cadera marcando un ritmo salvaje, profundo. Acercándome a un orgasmo intenso, que cuando estalla dentro de mi, todo mi ser se contrae. Mi cuerpo tiembla y mis piernas parecen de gelatina. Cuando Víctor se corre, gruñe gritando mi nombre. Durante un rato, permanecemos debajo del agua, recuperándonos de nuestro sexo salvaje mañanero.

El día pasa volando, no hemos puesto un pie fuera de la habitación, y solo hemos salido de la cama para comer. Ha sido un domingo dedicado única y exclusivamente al sexo, a comer y a dormir. Me siento exhausta, pero feliz, muy feliz. Fuera ya es de noche, tengo que volver a casa y una angustia que nunca había sentido, se apodera de mi. Me cuesta separarme de él…

Aprovecho que mi portento está hablando con el servicio de habitaciones para vestirme. Como no encuentro mis bragas por ninguna parte, voy a la cómoda de él y le cojo unos calzoncillos negros. Me están un poco flojos, pero como el vestido no es ceñido, no se nota nada. Cuando Víctor me ve vestida, tuerce el gesto.

– ¿Por qué vas vestida?

– Porque es tarde y tengo que irme a casa.

– ¿Por qué no te quedas a pasar la noche conmigo? -Se acerca y me acaricia el hombro.

– No puedo, mañana trabajo y todas mis cosas están allí. ¿No pretenderás que vaya a la clínica con un vestido de fiesta verdad?

– ¿Y por qué no pides el día libre? -Parece un niño pequeño y caprichoso- No quiero que te vayas…

– Yo tampoco quiero irme, pero tengo que volver a casa…

– Me gusta dormir abrazado a ti. -Me rodea con sus brazos- ¿Sabes? puedo convencerte…

– ¡Ni se te ocurra! -Le doy un pequeño empujón-. Te propongo algo…

– Soy todos oídos.

– Me quedaré a cenar contigo, si luego tu, te vienes a casa a dormir conmigo. ¿Te parece bien?

– ¡Me parece perfecto! -Sonríe satisfecho.

De camino a casa, pienso en la posibilidad de vivir con mi portento. Acostarme todas las noches, y despertarme todas las mañanas a su lado, sería un sueño hecho realidad. Él vive en un hotel, y yo tengo un ático enorme que no me importaría compartir con él. ¿Debería planteárselo? ¿No me estaré precipitando? Probablemente, pero es que estoy tan enamorada de él, que haría lo que fuera por tenerle a mi lado.

– Estás muy pensativa…

– No es nada -miento-, es solo que estoy cansada.

– Pues cuando lleguemos a casa, nos iremos directamente a la cama. A dormir.

– ¿A dormir?

– Si señorita, a dormir y a descansar.

– ¡Mandón! -Le saco la lengua y giro la cabeza para que no vea mi sonrisa traviesa.

Esa noche duermo plácidamente, sintiendo los brazos protectores de mi portento alrededor de mi cuerpo. Por la mañana cuando me despierto, veo a Víctor sentado en la cama mirándome sonriente.

– Buenos días preciosa.

– Buenos días guapo -que gusto da despertarse y encontrarse con esos ojos verdes que quitan el sentío.

– ¿Has dormido bien?

– He dormido como un bebe -me desperezo en la cama bajo la tierna mirada de mi portento.

– Estás muy apetecible nena…

– ¡Mmm! Tu si que estás apetecible -ronroneo.

– Lástima que tengas que ir al trabajo. El desayuno está listo, así que arriba perezosa. -Me da un cachete en el culo.

– Eres malo, muy malo. Me pones la miel en los labios y luego me la quitas. -Me quejo.

– Si hubieras pedido el día libre como te sugerí, podrías desayunarme a mi, pero… Como has decidido ir a trabajar, te quedas con las ganas…

– ¡Eres cruel! -Le lanzo una almohada que él hábilmente esquiva y sale de la habitación dejándome sola con ganas de él.

Me visto y me ducho en un tiempo récord, ni yo misma me lo creo, pero es cierto. Acabo de darme cuenta de que soy capaz de hacerlo en tan solo diez minutos y me quedo asombradísima. entro en la cocina. ¡Mmm! Huele de maravilla. El desayuno está perfectamente servido, no falta ni un detalle. Zumo de naranja recién exprimido, tostadas con mermelada y mantequilla, café recién hecho… ¡Uf, fácilmente podría acostumbrarme a esto! Tengo que plantearme seriamente lo de proponerle a mi portento que se venga a vivir conmigo…

– ¿Has preparado tu todo esto?

– ¿Tu qué crees?

– Creo que eres mi media langosta. -Contesto sin pensar.

– ¿Tu media qué?

– Si hombre, ya sabes… Cuando una persona encuentra a otra que está hecha a su medida, con la congenia en todo etc, normalmente se dice que es su media naranja, pero en un capítulo de «Friends», oí que Phoebe decía lo de la langosta y desde entonces he hecho mía la frase. Lo de la media naranja está demasiado dicha.

– Ah, ya entiendo. ¿Y has tenido muchas medias langostas en tu vida?

– No. ¿Y tu?

– Yo tampoco.

– ¿Lo ves? Eso quiere decir que estábamos predestinados y que tu eres la mía y yo la tuya. -¡Joder, no me reconozco, voy demasiado lanzada para ser solamente las siete y cuarto de la mañana. A este ritmo, estaré proponiéndole matrimonio a la hora de la cena.

– Estoy totalmente de acuerdo contigo. -Se sienta a mi lado y me da un beso en la punta de la nariz.

Desayunamos en un cómodo silencio. Como no estoy acostumbrada a desayunar tan temprano, enseguida me lleno, en cambio Víctor come como una lima.

– ¿No vas a terminarte las tostadas?

– Que va, estoy llena. No estoy acostumbrada a desayunar…

– El desayuno es la comida más importante del día.

– Lo sé, pero siempre salgo de casa con prisa. A media mañana suelo tomarme un café y si tengo hambre como algo.

– Pues mal hecho Alejandra, para empezar el día con energía deberías…

– Yo tengo una teoría mejor para empezar el día con energía, si te hubieras quedado conmigo en la cama, te la hubiera demostrado.

– No tienes remedio… -Ver esa sonrisa suya tan temprano… ¡Uf!.. -Oye, el viernes tengo una cena importante. ¿Te gustaría acompañarme?

– ¿Una cena importante?

– Si. Empresarios de Latinoamerica y España, nos reunimos todos los años para hacer una cena benéfica en beneficio a los niños más necesitados. África, Asia… El dinero recaudado sirve para construir escuelas, comprar medicinas, alimentos…

– Interesante…

– ¿Vendrás conmigo?

– ¡Claro, me encatará acompañarte! ¿Tendré que ir de gala?

– Me temo que si.

– ¡Genial! Tengo un armario lleno de vestidos esperando un buen momento para lucirse.

– ¡Perfecto! Esta noche te cuento un poco más sobre el tema. ¿Puedes dejarme en el hotel?

– ¡Claro, me pilla de paso! -Cojo mis cosas en el salón y me pongo los zapatos-. Estoy lista, cuando quieras.

Dejo a Víctor en la puerta del hotel con la promesa de llamarme más tarde. Acaba de irse y ya estoy echándole de menos…

Llego a la clínica con el tiempo justo de coger la carpeta con los informes en mi consulta y empezar con las rondas. Esta mañana, le doy el alta a tres pacientes y le hago las curas al chico de los injertos de la semana pasada. Aunque tardo aproximadamente una hora en hacer dichas curas, estoy satisfecha con el resultado. Todo va según lo previsto, de seguir así de bien, creo que podrá irse a casa a finales de semana. A la hora de la comida, mi jefe entra en la consulta, trae mala cara, así que auguro que no trae buenas noticias.

– Tengo que hablar contigo Alex. ¿Es un buen momento?

– Adelante. ¿Ocurre algo, Claudia está bien?

– Claudia está de reposo absoluto, el fin de semana ha tenido perdidas…

– ¡Vaya, lo siento! ¿Puedo hacer algo por ti? -Asiente.

– Me temo que no va a gustarte lo que voy a pedirte. -Lo miro extrañada-. No sé si recuerdas que este jueves empiezan las ponencias en la universidad de Valencia -¡Mierda, lo había olvidado!-, sabes que estoy invitado para hablar de los nuevos avances en la cirugía plástica, pero con Claudia en reposo no me gustaría irme y dejarla sola, me asusta que pueda pasarle algo… Necesito que vayas tu en mi lugar Alejandra.

– ¿Yo? ¡Joder Marco, no estoy preparada!

– Si que lo estás y lo sabes.

– ¿Cuándo tendría que irme?

– Tienes que estar allí el jueves a medio día. Harán una reunión en el hotel donde estaréis alojados para daros toda la información. Lo único que sé, es que tu, darás la charla el viernes por la mañana y el sábado a medio día. Tendrás que esperar a estar allí para saber el resto de las cosas. Ya sabes, recepciones, cenas…

– Está bien -acepto resignada-, si no hay más remedio tendré que ir. Pero que sepas que me has fastidiado una cena benéfica el viernes.

– Gracias Alex, sabía que podía contar contigo. Te debo una…

– Si, tranquilo. Ya encontraré el momento de cobrármela.

– Lo haré encantado.

Cuando Marco se va, me quedo de bajón en la consulta. ¡Joder, cuatro días separada de mi portento! No sé si podré soportarlo…

 

¿QUE PUEDE PASAR? Cap.27

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– Víctor… -Susurro- ¿Cómo sabías que estaba aquí?

– Te vi coger la cartera y pensé… Bueno, pensé que te ibas a casa. Te seguí con la intención de convencerte de que no lo hicieras… -Se sienta a mi lado.

– Solo necesitaba estar un rato a solas. Oye Víctor, lo de la otra noche…

– No digas nada Alejandra, escuché tu mensaje en el contestador.

– Estaba pidiéndote disculpas cuando apareciste en mi casa.

– Siento no haber querido escucharte aquella noche Alejandra. Normalmente soy un tío muy tranquilo, pero ese día, conseguiste sacarme de mis casillas por completo.

– Lo siento Víctor, lo siento muchísimo de verdad.

– Lo sé -acaricia mi mano inseguro-. Yo nunca te haría daño Alejandra, tienes que confiar en mi -se gira un poco para mirarme a los ojos-. ¿Lo harás?

– Lo haré.

-Gracias. Ahora me gustaría besarte, estoy deseando hacerlo desde que te vi y no creo que pueda aguantar mucho más.

Posa sus labios sobre los míos con delicadeza, rozándome el labio inferior con la lengua. ¡Joder como lo echaba de menos! Mi lengua y la suya se rozan, provocando calor en mis venas. Ambos profundizamos el beso, mi mano se posa en su nuca, y lo atraigo hacia mi. Me siento en su regazo, y sin separar mis labios de los suyos, intento deshacer el lazo de la pajarita, pero me resulta muy complicado y desisto. Él acaricia mis hombros, mi espalda, mis pechos… En el interior del baño, solo se oyen nuestras respiraciones agitadas y nuestros gemidos. Oímos abrirse la puerta del baño y volver a cerrarse, entonces nos quedamos quietos. ¡Joder, menuda pillada! Nos giramos hacia la puerta y no hay nadie. Volvemos a mirarnos y encogiéndonos de hombros estallamos en carcajadas. Víctor apoya su frente en la mía mientras nuestras respiraciones se ralentizan.

– Será mejor que dejemos esto para más tarde -suspira.

¡Hmm! ese más tarde suena muy prometedor… Nos ponemos en pie y nos adecentamos frente al espejo. Cuando estamos más o menos bien, salimos de allí, entrelazamos nuestros dedos y nos encaminamos a nuestra mesa. A medio camino alguien nos para, es un periodista y un fotógrafo.

– Disculpe señor Rivera, ¿Podría hacerle una foto?

– ¡Claro! ¿Por qué no? -Mi portento me pega a él.

– ¿Es su novia señor?

– ¡Lo es! -Dice mirándome a los ojos.

– ¿Cómo se llama?

– Alejandra. Alejandra Machado. -El chico nos hace la foto y dándonos las gracias nos deja seguir nuestro camino.

Al acercarme a la mesa, veo que Carla está pegada al teléfono, seguramente llamándome a mi. en cuanto me ve, me fulmina con la mirada.

– ¡¡Tú!! -Me grita- ¿Cómo te atreves a largarte sin decir nada? ¿De qué cojones vas?

– Carla, -Víctor intenta calmarla- Alejandra estaba en el baño, así que cálmate ¿vale?

– ¿Por qué no me dijiste que te acompañara? -Sigue enfadada.

– Porque estabas ocupada y porque soy mayorcita para ir al baño sola.

– Está bien, ¿Habéis solucionado lo vuestro? -Joder, ella siempre tan directa…

– ¿Tu qué crees? -Le digo levantando nuestras manos entrelazadas.

– Creo que habéis estado haciendo algo más que las paces -señala mi cabeza-. Podrías haberte peinado un poco antes de salir del baño…

– ¡Arpía! -Paso por su lado y la dejo detrás de mi escojonándose de risa.

– ¿Recuerdas cuando antes has dicho que darías lo que fuera por saber que estaba pensando? -Víctor asiente- Pues justamente, pensaba en eso -señalo a Carla-, en su reacción cuando se diera cuenta de que no estaba…

– Pues menudo chasco me acabo de llevar.

– ¿Por?

– Porque creí que era en mi en quien pensabas…

– No me diste tiempo, acababa de entrar… -Una chica de uniforme se acerca a nosotros, le susurra algo al oído a mi portento y se va.

– Nena, tienes que disculparme. Alguien pregunta por mi en la planta de abajo.

– Oh, no te preocupes, estaré por aquí.

– Bien, luego te veo. -Me da un beso y se va.

En cuanto me siento, todos me rodean… ¡Ay Dios! ¿Ya están borrachos? Me miran expectantes. ¡Joder, me están acojonando! ¿Qué leches les pasa?

– ¡Queeeee! -Les digo al ver que siguen mirándome sin decir nada-. ¿Tengo monos en la cara o qué?

– ¡Desembucha! -¿Cuánto ha bebido Estela? Se le traba la lengua al hablar mogollón.

– ¡Joder Alex, nos tienes en ascuas! Venga, cuéntanos que ha pasado entre el portento y tu…

– ¡Sois todos unos cotillas!

– Si sí lo que tu quieras, pero cuenta.

Me hace gracia verlos a todos pendientes de mi, si no les digo algo, no me dejarán en paz, así que empiezo a hablar. En cuanto les cuento lo que ha pasado, Jorge se gira hacia Jared y le dice que le debe cincuenta pavos, ¿Han estado haciendo apuestas sobre nosotros? ¡Menuda jeta tienen!

– ¿No ha habido polvo de reconciliación?

– ¡¡Carlaaaaa!! ¡Lo tuyo es increíble! ¿Podías cortarte un poco no? -La miro un pelín irritada.

– Vale si, tienes razón. Pero… ¿Ha habido polvo o no? -todos vuelven a estar pendientes de mi. ¡Joder!

– Casi, pero nos han pillado infraganti…

– ¿En serio? ¡Que fuerte!

– ¿Entonces no habéis tenido sexo?

– Ya te he dicho que no pesadita…

– ¡Mierda! -Se gira hacia Estela y esta le dice que suelte la pasta.

– ¿En serio habéis estado haciendo apuestas sobre nosotros? -No doy crédito.

– ¡Pues claro! -Contestan los cuatro.

– ¡Capullos! – ¡Que cabrones son, no me esperaba esto de ellos! Encima no dejan de reírse de mi.

Durante un buen rato, charlamos, bebemos, bailamos, bebemos, reímos, bebemos… Nos lo estamos pasando genial. A Víctor como está haciendo de buen anfitrión, apenas le veo. Aunque de tanto en tanto se acerca a mi y me da un beso de esos que enardece mis sentidos para luego volver a irse, pero no me importa. Es su trabajo y lo entiendo.

Sobre las cinco de la mañana, estela trae un pedal de la hostia, y Jared decide llevársela a casa antes de que entre en coma etílico. Carla y Jorge esperan media hora más y también se van. Pero no estoy sola mucho tiempo. Víctor aparece a mi lado y por primera vez en toda la noche, me saca a bailar. La canción nos viene que ni pintada, «Hoy tengo ganas de ti» versionada por ( Alejandro Fernández y Christina Aguilera ). Desde hace unas semanas, yo siempre tengo ganas de él. Mientras bailamos mi portento no deja de susurrarme en el oído…

– Estás preciosa, me muero por quitarte ese vestido y acariciar todo tu cuerpo. No veo el momento de sentirte, de estar dentro de ti, de saborearte… Tengo ganas de ti Alejandra…

La temperatura de mi cuerpo sube trecientos sesenta grados de golpe y jadeo al imaginar sus manos sobre mi piel, su boca sobre mis pechos, su cuerpo desnudo sobre el mío… ¡Joder que tortura! ¿Tendremos que quedarnos hasta que todo el mundo se vaya?

– Nos iremos enseguida -¿Cómo sabe lo que estoy pensando? ¿Cómo lo hace? -. Nena, tu cara es un libro abierto que yo sé leer a la perfección -¡Dios, a veces me asusta!

– ¿En serio? -Asiente-, pues no tenía ni idea…

En cuanto termina la canción, salimos de la pista cogidos de la mano. Nos acercamos a un grupo de tíos trajeados y Víctor le hace señas a uno para que se acerque.

– Ricardo, yo ya me voy, ocúpate de todo, si surge algún problema, no dudes en llamarme.

– Tranquilo Víctor, yo me ocupo. -Posa su mirada en Víctor y luego en mi.

– Ricardo, ella es Alejandra.

– Un placer Alejandra, he oído mucho hablar de ti. -¿En serio? ¿Mi portento habla de mi?

– Ricardo es mi amigo y mi mano derecha -me explica Víctor.

– Pues mucho gusto Ricardo -me acerco y le doy un par de besos-, espero que tu amigo te haya hablado bien de mi…

– No le quepa la menor duda.

– Por favor, no me trates de usted, me haces sentir más vieja de lo que soy -él asiente y Víctor tira de mi para volver a tenerme a su lado.

– No eres vieja, eres perfecta. -¡Ains, me lo como con la mirada!

Nos despedimos de Ricardo y nos vamos. En realidad tardamos más de media hora en estar fuera de la sala, todo el mudo para a Víctor para felicitarle por el éxito de la fiesta. Nos recoge un taxi en la puerta y mi portento le da la dirección del hotel.

Entramos en la habitación en silencio, él, se quita la chaqueta del esmoquin y la deja sobre el sillón, mete las manos en los bolsillos del pantalón y me mira. Yo, aún estoy junto a la puerta. De repente me siento tímida y miro al suelo, a mis zapatos. Oigo sus pasos amortiguados por la moqueta acercarse a mi, pone un dedo debajo de mi barbilla y me obliga a alzar la cabeza para mirarle.

– ¿Qué ocurre?

– Nada, es solo que…

– ¿Estás nerviosa?

– Si, un poco…

– Ven aquí… -Me rodea con sus brazos y yo apoyo la cabeza en su pecho.

Escucho los latidos de su corazón, pum pum, pum pum. Él también está nervioso. ¿Es así como se siente uno después de una discusión? No recuerdo como me sentía cuando discutía con Fernando, quizá porque no sentía nada. Abrazo a Víctor fuertemente, me moriría se lo perdiera, estoy totalmente enganchada a él, es mi adicción.

Sus manos suben y bajan por mi espalda despertando mi libido. Desabrocha lentamente mi vestido y lo deja caer al suelo. Una a una, me quita las horquillas que sujetan mi pelo, dejándolo suelto sobre mis hombros…

– Te he echado de menos. -Susurra con la voz cargada de deseo.

– Y yo a ti…

Nuestras bocas se unen, tiernas al principio, pero urgentes y anhelantes en cuestión de minutos. Nuestras lenguas se acarician, se exploran excitándonos, dejándonos sin aliento. Me coge en brazos y me lleva a la cama. Allí tumbada admiro la rapidez con la que se quita la ropa y se acuesta junto a mi. Acaricia mi cuerpo, todo mi cuerpo, desde la punta del pie hasta el último pelo de mi cabeza. Su lengua lame cada centímetro de mi piel, la siento caliente, abrasadora. Hunde un dedo en mi interior, gimo y me retuerzo, lo mueve dentro y fuera con pericia. ¡Dios, es una tortura exquisita! Sustituye su dedo por su boca que absorbe mi humedad, lamiendo con su lengua el centro de mi necesidad. Arqueo la espalda, alzando las caderas, pegándome más a su boca. Cuando estoy a punto de correrme se detiene, se coloca un preservativo y me penetra lentamente. ¡Joder, me va a dar algo! Entra y sale una y otra vez, marcando un ritmo muy sensual, tranquilo, mientras me besa con ternura, con adoración…

– Víctor… -Suplico.

Entiende mi mirada y entonces el ritmo cambia. Ahora sus embestidas son más fuertes, profundas. ¡Madre mía, lo siento venir! un par de empujones más y miles de estrellas de colores brillan ante mis ojos. ¡Joder, joder, joder! ¡Que intenso!

– ¡Joder Alex! -Mi portento gruñe, se corre y tiembla sobre mi cuerpo.

Con nuestros corazones latiendo más pausadamente, y nuestras respiraciones tranquilas, nos quedamos dormidos. Él protegiéndome con su abrazo. Yo, susurrándole en mi cabeza… Te quiero, te quiero, te quiero…

¿QUE PUEDE PASAR? Cap.26

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El sábado me despierto más animada, tanto que decido mimarme un poco. Llamo a mi centro de belleza favorito y reservo cita para las once, después iré de tiendas. Necesito encontrar el vestido perfecto para esta noche. Ayer, después de cenar, las chicas y yo, tomamos un par de copas en «El Corsario Negro», y allí es donde hemos quedado esta noche a las diez. Estoy ansiosa porque llegue el momento.

En el centro de belleza me hacen de todo, bueno todo no. Aquí no existe el final feliz que tan de moda parece estar en otros sitios… Para empezar, me hago un tratamiento de chocolaterapia, dicen que es antidepresivo y antiestres, justo lo que necesito. Me untan todo el cuerpo con cacao transformado en chocolate. Si alguien ahora mismo me llamara bombón, le creería.

Después del tratamiento con el chocolate, paso a una cabina donde me hacen la manicura y la pedicura. A continuación paso a hacerme un tratamiento facial con hojas de te y más movidas que no recuerdo. Por último voy a la zona de peluquería y allí me hago un tratamiento para el cabello a base de clara de huevo y mejunjes varios dejándome la melena sedosa y brillante. Salgo de allí renovada, sintiéndome muchísimo mejor que cuando entré. Tendría que ser obligatorio hacer este tipo de tratamientos una vez al mes.

Cojo la ruta a «La Milla de Oro», la calle más chic de toda Marbella, donde estoy segura que encontraré el vestido adecuado para hoy. Después de dar varias vueltas, al pasar por una de las tiendas, me enamoro de un vestido que veo en el escaparate. Entro decidida y hablo con la dependienta, que amablemente me enseña el vestido en mi talla. Es un Dolce & Gabbana precioso en color negro. Tiene el escote en forma de corazón y la forma de los hombros y el resto de la piel por encima del pecho, va cubierta por un finísimo encaje también en color negro que abrocha en el cuello. El resto del vestido es sencillo, largo hasta los pies y con mucho vuelo, como a mi me gustan, sencillos y elegantes.

El resto del día lo paso como en una nube. Cuando pienso en mi portento, las mariposas alojadas en mi estómago, se despiertan haciéndome sentir su presencia. Me pongo de los nervios cada vez que pienso en él, así que intento por todos los medios no hacerlo, pero me resulta imposible de lograr. Aún no he planeado la manera de acercarme a mi portento, supongo que la ocasión se presentará cuando menos lo espere. Estaré con mis amigas y sus respectivos. Carla también me dijo que irían algunos de sus compañeros para cubrir el evento, y que también estaban invitados a la fiesta. Así que, no iré con acompañante pero tampoco estará sola. Eso me da muchísima tranquilidad.

A las diez menos cuarto, estoy lista esperando el taxi que me llevará a la zona de encuentro. Echo una última ojeada en el espejo, el resultado final me gusta. Voy elegante y sencilla. Llevo el pelo recogido en un moño bajo, me he maquillado ligeramente, pero a mis labios les he puesto un color rojo intenso. Me he puesto unos zapatos de tacón de aguja en color negro y como único complemento, unos pendientes de azabache negros con forma de lágrima. Satisfecha con lo que veo, cojo la diminuta carterita que está encima del aparador de la entrada y salgo por la puerta.

Entro en el bar y veo a mi amigas en una mesa al fondo de este. Me acerco.

– Hola… -Saludo. Cuatro pares de ojos se clavan en mi persona.

– ¡Joder Alex, estás espectacular! -Es Carla la que habla, sonrío agradecida. Jorge se hace a un lado para dejarme sitio en la mesa.

– ¡En serio nena, pareces una actriz de Hollywood!

– No exageres Estela, todos estamos divinos de la muerte.

– Víctor se va a quedar alucinado cuando te vea.

– Esa es la intención Carla. -Le guiño un ojo. En ese momento aparece Rober con una botella de moscato en una hielera, sonríe al vernos.

– Estáis especialmente elegantes esta noche…

– Primo, -le dice Estela- hoy vamos a mezclarnos con la clase alta de Marbella.

– ¡Qué asco dais! -Ante ese comentario todos reímos a carcajada limpia.

A las once en punto, nos bajamos de los coches enfrente de Bacana. Estoy, muy, muy, muy nerviosa. Han puesto un photocall en la entrada y cantidad de periodistas esperan impacientes para inmortalizar con sus cámaras a las personas importantes y conocidas que pasen por allí. Nos acercamos a la puerta sin pasar por esa gilipollez del photocall y unos tíos vestidos de riguroso negro nos piden que nos identifiquemos para comprobar que estamos en la lista de invitados. ¡Menuda chorrada!

Una vez dentro, los cinco nos quedamos con la boca abierta observando la decoración de la sala. Normalmente, eso solo nos pasa a las chicas, que somos las que nos fijamos en todo pero Jared y Jorge, están exactamente igual que nosotras, flipando por un tubo. Telas negras con purpurina plateada cubren todas las paredes. Del techo, cuelgan una especie de burbujas en una serie de menor a mayor y a la inversa también en color plata, aunque la parte del centro es transparente. Dentro de estas burbujas, o lo que sean, hay una base como de cristal en la que se exhiben los frascos del nuevo perfume. Talmente parecen pompas de jabón gigantes con sorpresa. Los frascos que están en el interior de las bolas, son de color naranja intenso ( el nombre del perfume es fuego ), dando a entender que son llamas o algo así. Tengo que reconocer que la decoración es muy original. Un chico y una chica con uniforme negro y fajín naranja, nos acompañan a una de las zonas vip.

– ¡Medre mía, esto está increíble! ¿No?

– Si que lo está – le contesto a Carla.

– ¡Joder Alex, tu novio tiene que estar bien forrado para organizar algo así! -Miro a Jorge sin saber que responderle a ese comentario.

– Eso parece -murmuro al fin-, Jorge, no estoy muy segura de que él siga siendo mi novio…

– Si, perdona, no quería…

– No pasa nada, es solo que hay un montón de periodistas por aquí y no me gustaría meter la pata…

– ¡Carla! -Grita Estela- llama a un pingüino de esos y que nos traiga una ronda, estoy muerta de sed y hay barra libre…

– ¿Y por qué no lo haces tu?

– Porque tu, lo haces mejor -le hace una mueca y sonríe.

El camarero nos trae una ronda y brindamos. A las doce en punto, como detalla la invitación comienza el espectáculo. El invitado estrella, que es quien da imagen al perfume, es un conocido cantante español, el tío canta bien, pero no es uno de mis favoritos. En cambio Estela está entusiasmada cantando y aplaudiendo como una loca sin parar. Después, sale un actor también bastante conocido que hace un monólogo de humor, es muy bueno y me meo de risa con él. Por último es el creador del perfume el que sale al escenario y cuenta que fue lo que le inspiró para crearlo y lo que ha utilizado para hacerlo. Es interesante, no sabía que crear un perfume requiriera tantos procesos. Cuando termina de hablar, da las gracias a todos por asistir y menciona al señor Rivera, agradeciéndole haber puesto la sala a su disposición y de haberse encargado de organizar el espectacular evento. Y con esto último, oficialmente comienza la fiesta.

Los chicos vuelven a sentarse y nosotras nos quedamos de pie charlando animadamente. Entonces lo siento, siento ese cosquilleo que recorre mi espalda advirtiéndome que mi portento está cerca. Intento ignorarlo, pero me resulta difícil, quiero mirar a mi alrededor para buscarlo pero me contengo. De repente, las chicas se quedan calladas y me miran. ¿Qué les pasa? Las dos sonríen y entonces, noto una mano firme y caliente sobre mi espalda. Me giro lentamente… ¡Oh Señor, está guapísimo! Lleva un esmoquin negro, camisa blanca, que resalta el tono de su piel y esos ojos… ¡joder, está para comérselo! Tiene esa mirada intensa que hace que todo mi ser se estremezca…

– Alejandra -posa sus labios en mi mejilla y deposita un beso cálido y breve en ella. Ese leve contacto me pone los pelos de punta.

– Víctor… -Balbuceo.

Sonriendo se acerca a mis amigas. Aprovecho que se ha alejado un poco para volver a respirar. Todo lo que había planeado decirle se evapora de mi mente de un plumazo. Tendría que saber que algo así pasaría, siempre me quedo en blanco cuando está cerca de mi. Antes de él, siempre se me daba bien improvisar pero ahora… No creo que fuera capaz de hacerlo. Me conformaría con poder hablar en su presencia sin tartamudear.

– Dejadme que adivine -está hablando con ellas-, tu eres Carla, y tu Estela, deduzco que los dos chicos que están ahí sentados son Jared y Jorge -los señala-. ¿Estoy en lo cierto?

– Has acertado de pleno. -Es Carla la que habla, mientras Estela habla con los chicos que se levantan a saludarlo.

Todos hablan como si se conocieran de toda la vida, los tiene en el bote, igual que a mi. Debería estar con ellos, riéndome y disfrutando de lo que sea que mi portento les esté contando, pero no, soy una simple figurante en esa escena, o mejor dicho, una simple espectadora. Ni siquiera se han percatado de que no estoy en el grupo, que no me he movido del sitio. Los observo durante unos minutos más, quiero acercarme, pero no puedo. Yo no soy de paripés, no puedo seguirle el rollo y fingir que la otra noche no sucedió nada entre nosotros. Tendría que pedirle perdón primero para poder disfrutar de su compañía, pero ahora no es el momento adecuado para hacerlo. En mi interior siento que no debería estar ahí.

Que Víctor esté con mis amigos, es una buena señal, si lo nuestro estuviera definitivamente acabado, ¿Qué sentido tendría acercarse a mis amigos? Necesito tomar el aire, recojo mi carterita de encima de la mesa y me voy.

Intento salir fuera, pero aquello está tan abarrotado que tardaría una eternidad en llegar hasta la puerta, no quiero irme, solo quiero estar sola y centrarme. Entonces miro a la puerta que está a mi derecha, el baño donde todo comenzó… Entro, me cercioro de que está vacío y me siento en el sofá, apoyo la cabeza en el respaldo de este y cierro los ojos. Cuando se den cuenta de que no estoy allí, pensarán que me he largado a casa y Carla empezará a bufar. Sonrío al imaginarme la escena.

– Daría lo que fuera por saber que estás pensando…

Abro los ojos despacio, y ahí está mi portento, de pie frente a mi…

¿QUE PUEDE PASAR? Cap.25

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¿Qué he hecho? Acurrucada en el sofá lloro desconsoladamente, le he perdido. Le he perdido por culpa de mi estupidez y de mis paranoias. ¡No tengo remedio!

Te lo mereces por no saber controlar tus impulsos, por no saber mantener tu bocaza cerrada, por no saber mantener a tu cerebro a raya, -me digo a mi misma-. Has perdido la oportunidad de estar con un hombre que creía que eras el centro de su universo y que era el centro del tuyo.

Paso la noche reconcomiéndome por mi comportamiento y, sin parar de llorar. Sin ninguna duda es la peor noche de mi vida, y yo soy la única responsable de ello. Suena la alarma del despertador y la del móvil a la vez, anunciándome que ya es de día, que hay que despertarse, levantarse y funcionar. ¿Cómo voy a hacerlo? No puedo despertarme porque ni siquiera he dormido, no quiero levantarme, quiero quedarme aquí tirada rumiando en silencio mis problemas y no quiero funcionar, no tengo fuerzas para ello. decido llamar al trabajo para tomarme el día libre, pero entonces recuerdo que en hora y media tengo programada una operación muy importante que no puedo eludir. Ante todo sigo siendo una profesional.

Me ducho, y me seco el pelo delante del espejo. Cuando me miro en él, la evidencia de como he pasado la noche está ahí, en mi rostro, en mis ojos… Estos están tan hinchados que parezco un sapo. Un sapo horrible. Pero lo peor está por dentro, donde no se ve, donde me es imposible enmascararlo, porque ese dolor que siento, está tatuado en mi corazón. Me maquillo más de lo habitual, si aparezco con esta cara en la clínica, los pacientes saldrán corriendo. Yo también lo haría, si pudiera no pararía de correr. Igual que Forrest Gump en la película. Ahora mismo huiría de todo, pero así no se solucionan las cosas ¿Verdad? No, a mi no me han enseñado a huir, me han enseñado a enfrentarme a los problemas, a dar la cara. Y eso es lo que voy a hacer…

Lo primero que me encuentro al entrar en la clínica es a mi jefe, que está apoyado en el mostrador de la recepción hablando con el anestesista. Intento escabullirme pero no lo consigo.

– Alejandra, ¿Vienes de incógnito? -Señala mi atuendo.

Eso es lo que me gustaría -pienso- ir de incógnito y pasar inadvertida ante el resto del mundo.

– No -Contesto seca, espero que se de cuenta de que no tengo muchas ganas de hablar.

– ¿Se puede saber por qué llevas gafas de sol dentro de la clínica?

– No he pasado buena noche. -Decido ser sincera con él-. Y ya sabes que la cara es el espejo del alma.

– ¿Mal de amores?

– ¿Tan evidente es?

– Si, ¿Quieres hablar de ello? Podemos tomar un café.

– Gracias jefe pero no tengo tiempo, tengo que operar en cuarenta minutos y he de prepararme. Pero gracias.

– Si me necesitas, ya sabes donde encontrarme…

– Gracias Marco, estaré bien -me despido con la mano y me encamino a mi consulta.

La operación dura cuatro horas, y gracias a ella, consigo pasar ese tiempo sin pensar en mi portento y en nuestra situación, pero en cuanto pongo un pie fuera del quirófano, las imágenes de la noche anterior se suceden en mi mente una y otra vez sin descanso.

Tomo la comida en mi consulta. No quiero que mis compañeros me vean y me pregunten lo que resulta ser tan evidente. No quiero que nadie sienta lástima por mi. No me lo merezco, todo ha sido culpa mía. El resto del día lo paso como una autómata, como si fuera un robot bien programado. Me he prometido a mi misma que mañana será diferente, y así lo espero.

A pesar de que cuando llego a casa son las seis de la tarde, de que hace un sol de espatarrar y de que aún faltan unas horas para que se haga de noche, bajo todas las persianas de las ventanas y dejo mi casa a oscuras. Así está mi estado de ánimo, negro como la noche. Sería mucho esperar que mi portento me llamara ¿Verdad? Debería llamarlo yo y decirle cuento lo siento. ¿Habrá escuchado el mensaje que dejé ayer en su contestador? Supongo que si. Estaba disculpándome cuando él apareció hecho una furia, intenté hacerlo de nuevo cuando lo tenía allí, frente a mi, pero no quiso escucharme. ¿Qué debo hacer ahora? ¿Debo seguir mi vida como si nada, o debo intentar recuperarle? Tengo clara la respuesta. Le amo, le amo con todo mi corazón, por eso no puedo perderle. Él es mi media langosta, él me completa, y yo soy el centro de su universo así que, tengo que recuperarle como sea…

El sonido del teléfono me aparta de mis pensamientos, por un momento me pongo nerviosa pensando que pueda ser él, pero no lo es. Es Carla.

– Hola -contesto.

– Hola Alex, ¿Me habías llamado?

– Si, lo hice ayer. Quería saber que tal te había ido con Jorge.

– ¡Oh Alex, soy tan feliz! Jorge también está enamorado de mi. Al principio me resulto difícil confesarle mis sentimientos, pero me siento tan bien por haberlo hecho… ¡Vamos a intentarlo Alex! ¿Te lo puedes creer?

– Me alegro mucho por los dos Carla, hacéis muy buena pareja y vuestra relación será maravillosa. Estoy totalmente segura de ello.

– Gracias amiga. Oye, ¿Puedo saber por qué tu voz suena tan triste y apagada? Acabo de darte una noticia maravillosa, y sé que te alegras por nosotros, pero tu voz parece decir todo lo contrario…

– Lo siento, no era mi intención…

– ¿Qué sucede Alex?

– Víctor me ha dejado -reprimo un sollozo.

– ¡Joder Alex, lo siento! ¿Quieres contármelo?

– Te lo contaré, pero no ahora. Hoy no me siento con fuerzas…

– Te entiendo. Organizaré una cena de chicas para mañana, hace tiempo que no lo hacemos y nos vendrá bien.

– Te lo agradezca Carla, pero no, no me apetece nada…

– ¡Voy a hacerlo Alex, y vendrás! Entre cerveza y cerveza, me contarás porque ese capullo te ha dejado, y cuando lo hayamos puesto a parir, te sentirás mejor.

– Yo he tenido la culpa Carla, Víctor me ha dejado con razón.

– ¿Qué has hecho está vez?

– Soy demasiado impulsiva, ya lo sabes…

– Si, lo sé. -Se queda en silencio un rato-. Bueno, entonces vendrás y entre cerveza y cerveza me dirás que es lo que has hecho, te regañaré y luego te sentirás mejor.

– Está bien. -Acepto resignada. Diga lo que diga va a hacerlo de todas formas asi que…

– ¡Genial! Voy a llamar a Estela, luego te cuento.

– Vale, esperaré impaciente. -No puedo evitar ser sarcástica.

– Deja tu sarcasmo para otro momento Alex… Te quiero.

– y yo a ti. -Cuelgo el teléfono. Me vendrá bien una noche de chicas. Justo lo que necesito, amigas, alcohol y ¿Bacana?

Una vez que Carla me confirma la quedada de mañana, me tomo un ibuprofeno para el dolor de cabeza y me acuesto. Aún es de día, pero no me importa. Necesito cerrar los ojos he intentar olvidarme del mundo…

El viernes a media mañana, cuando estoy a punto de tomarme un descanso para un café, me avisan que en recepción han dejado algo para mi. Nerviosa y extrañada me acerco al mostrador, la chica que está allí me entrega un sobre plateado y muy llamativo. Lo guardo en el bolso de la bata y voy a la cafetería a por ese café que me mantendrá activa un par de horas más. La pasada noche, conseguí dormir del tirón tres horas, el resto, las pasé cavilando de que forma podía volver a acercarme a mi portento. Si hubiera sabido que él mismo me iba a brindar esa oportunidad en bandeja, no hubiera perdido tantas horas de sueño…

Pido el café para llevar y regreso a mi consulta. Con manos temblorosas, saco el sobre y lo abro. Es una preciosa invitación personal para la presentación del perfume, mañana a partir de las once de la noche. En la invitación, explica detalladamente en que consistirá el evento. Por lo que veo, mucha gente conocida del espectáculo estará presente. La invitación la firma el señor Víctor Rivera. ¡Vaya, tengo la oportunidad que buscaba en mis manos, dentro de un sobre color plata! La primera sonrisa no forzada aparece en mi rostro.

Cuando esa noche llego a «La Goleta» donde me están esperando mis amigas, lo hago nerviosa y emocionada, con muchas ganas de contarles las buenas nuevas.

Durante la cena, ninguna de ellas menciona el motivo que nos ha llevado a esta noche de chicas precipitada. Ambas esperan que sea yo la que saque el tema. Mientras tanto, hablamos de Carla y Jorge, y de Estela y Jared. Me encanta verlas tan felices, y aunque yo no me encuentro en mi mejor momento, me alegro mucho por lo bien que les van las cosas a ellas. Después de los postres y mientras esperamos por los cafés, decido que es el momento de contarles lo que ha pasado con mi portento.

– ¡Joder Alex! ¿Es qué no vas a aprender nunca? -Me regaña Carla.

– Carla, no te pases. Alex necesita nuestro apoyo, no que la regañemos.

– Gracias Estela, aunque Carla tiene razón. Siempre acabo metiendo la pata por culpa de mi forma de ser, debería aprender de mis errores, pero es evidente que no lo hago ¿No?

– ¿Tu como te sientes cielo? -Estela me mira preocupada.

Que diferentes son mis amigas, son como la noche y el día. Carla, como buena pelirroja que es, tiene un carácter fuerte, nunca se calla nada, sea bueno o malo ella lo suelta. Por eso chocamos tanto ella y yo, somos demasiado parecidas en nuestros caracteres. En cambio Estela tiene una personalidad dulce, tranquila. Emana calma por todos los poros de su piel. En los momentos difíciles como ahora, no querría estar sin ninguna de las dos. ¡Las adoro!

– Pues llevo dos días fatal -suspiro-, pero esta mañana -digo más animada- ha ocurrido algo que me da la oportunidad de disculparme con mi portento personalmente -saco el sobre de mi bolso y mis amigas se miran entre si y luego me miran a mi-. Esto, es una invitación para ir al evento de mañana -les digo abriendo el sobre.

– Lo sabemos -dicen las dos a la vez.

– ¿Cómo qué lo sabéis?

– Hemos recibido una invitación como esa esta mañana -confiesa Carla.

– ¡Vaya, eso es genial! -Estoy sorprendida de que Víctor se haya acordado de mis amigas- ¿Iréis verdad?

– ¿Tu iras? -asiento- ¡Pues entonces nosotras también! Solo nos lo perderíamos si tu decidieras no ir, pero como no es el caso… ¿Tu irás con Jorge Carla?

– Si claro, ¿Con quién iba a ir si no?

– Mi invitación no dice nada de ir acompañada, ¿La vuestra si? -Asienten- ¿Las tenéis ahí? -Vuelven a asentir- ¿Me dejáis verlas? -Estela me pasa la suya y comparo las dos invitaciones.

No tiene nada que ver una con la otra. La mía está pulcramente escrita a mano, con una caligrafía impecable. Las mariposas aletean en mi estómago al darme cuenta que mi portento ha escrito mi invitación personalmente, ahora entiendo porque en mi caso, no se requiere acompañante. Una chispa de esperanza, brilla en mi interior…